Una tarea incompleta

Algunos prefieren hacerse los tontos, otros respaldaron las políticas del pasado y algunos otros disfrutaron de sus beneficios. Lo cierto es que una etapa quedó atrás y las instrucciones de los altos mandos del gobierno apuntan a transparentar y ordenar lo que se venía dando.

OPINIONES

5/8/20252 min read

Algunos prefieren hacerse los tontos, otros respaldaron las políticas del pasado y algunos otros disfrutaron de sus beneficios. Lo cierto es que una etapa quedó atrás y las instrucciones de los altos mandos del gobierno apuntan a transparentar y ordenar lo que se venía dando.

En este marco, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social trabaja intensamente en revolver lo realizado por la anterior gestión, encabezada por el Movimiento Evita, y con ello apunta a resguardar la figura y valores del Cooperativismo y el Mutualismo evitando su mal uso o abuso y su utilización política.

Mientras algunos observan como una ofensiva política de un plan ultraliberal contra el sector, otros consideran que lo resuelto por la gestión de Marcelo Collomb al frente del INAES no es otra cosa que poner la casa en orden. Las primeras medidas apuntaron a limpiar el padrón nacional. Después se derogó la posibilidad de constituir entidades democráticas, de autoayuda y autocontroladas de sólo tres asociados y sin capacitación; un absurdo que desvirtuó de lleno los principios del Cooperativismo. Seguidamente, comenzaron a detectarse numerosos casos de fraude en el armado de estas Cooperativas, con socios repetidos, inscripciones simultáneas e iguales domicilios, muchas de ellas ligadas a sectores piqueteros y funcionarios de turno. En el medio, el manejo de fondos públicos.

Siempre van a existir los pícaros que usen las bondades de la “economía solidaria” para sus negociados; lo grave de este caso es que todos estos “fraudes” fueron impulsados y habilitados por un organismo público: el INAES, encargado de fiscalizar que esto no ocurra. Con ello, hubo un reparto varias veces millonario de fondos públicos a entidades que luego no cumplieron con sus obligaciones institucionales y muchas de ellas tampoco rindieron cuentas de estos subsidios.

En el medio de esta implosión de lo que se venía dando, están los caraduras que siguen dando grandes oratorias como si nada hubiera pasado. En la mala praxis acaecida en el Instituto durante varios años hay responsables que impulsaron lo ocurrido, lo avalaron, y se beneficiaron con ello. Su entonces Presidente ahora da cátedra sobre economía social. En este afán de transparentar lo que se venía dando, algo queda sin estar claro: o el desorden denunciado por la nueva política libertaria es un invento o este señor debería tener varias causas penales por su accionar desde la función pública.

Nada es gratis en la vida. A diario, si cometemos errores en nuestras tareas cotidianas, pagamos las consecuencias. Y el funcionario del Estado, cuando se desvía de sus deberes, tiene que sufrir los máximos efectos de su inacción o su proceder indebido.

Lo concreto es que el militante del Movimiento Evita, ex titular del INAES, no estuvo solo. Sus decisiones fueron respaldas por todo un Directorio con iguales responsabilidades. Entre estos directores se encontraban los máximos referentes del Mutualismo y Cooperativismo y con pergaminos internacionales.

El despelote generado en los últimos años, que desvirtuó los principios de las entidades de la economía social, tenía que ser ordenado y puesto en caja. Alguien tenía que encender la motosierra. Pero también los responsables deben sufrir las consecuencias para no seguir ensuciando al conjunto del Cooperativismo y Mutualismo, a pesar del silencio reinante en el sector.